Un enigma geológico de hace 200 años, este mineral es muy común en montañas de decenas de millones de años, pero misteriosamente no en nuevas formaciones. Investigadores averiguan el motivo y consiguen hacerlo crecer en el laboratorio por primera vez...
Las montañas Dolomitas en Italia, las Cataratas del Niágara, los Acantilados Blancos de Dover, los Hoodoos de Utah e incluso las Cordilleras Béticas, los macizos del Valle del Ebro o las montañas del Cantábrico en la península tienen algo en común. Están formados principalmente por dolomita, un mineral muy abundante en rocas de decenas o centenares de millones de años pero inexplicablemente ausente en las formaciones más jóvenes. Precipitarlo en laboratorio también ha resultado imposible. A este enigma se le conoce como el 'problema de las Dolomitas' y ha traído de cabeza desde hace 200 años a investigadores de todo el mundo. Ahora, un equipo de las universidades de Michigan (EE.UU.) y Hokkaido (Sapporo, Japón) ha resuelto el misterio. Incluso ha logrado obtener dolomita gracias a una nueva teoría desarrollada a partir de simulaciones atómicas. El hallazgo, publicado en la revista 'Science', puede ser útil para desarrollar nuevos semiconductores libres de defectos, paneles solares, baterías y otros materiales tecnológicos. El borde de crecimiento de la dolomita está formado por hileras alternas de calcio y magnesio. En el agua, el calcio y el magnesio se adhieren aleatoriamente al cristal de dolomita en crecimiento, a menudo alojándose en el lugar equivocado y creando defectos que impiden que se formen capas adicionales de dolomita. A este ritmo, se necesitarían 10 millones de años para formar solo una capa de dolomita ordenada. «La dolomita está formada, simplemente, por carbonato de calcio y magnesio. Pero no pueden estar de cualquier forma, sino que a una capa de carbonato de calcio le debe seguir una de magnesio y así sucesivamente», explica a este periódico Juan Manuel García Ruíz, profesor de investigación del CSIC del Laboratorio de Estudios Cristalográficos (LEC) de Granada y autor de un artículo de análisis que acompaña al estudio en 'Science'. «Eso es lo que ocurre en montañas que se han formado en mares y lagos antiguos. Sin embargo, en los mares actuales la dolomita no se encuentra. Eso es un misterio: por qué en tiempos antiguos hay toneladas de kilómetros cúbicos de roca dolomita y hoy en día no se forma en ningún lado», apunta. Ha habido muchas propuestas para intentar resolver el enigma, pero este equipo, según García Ruíz, ha elaborado una teoría «muy bien montada» a partir de un estudio computacional y demostrada experimentalmente. «Lo que tiene que pasar para que la dolomita se precipite es que haya fluctuaciones en la concentración de los lagos y mares, de forma que se disuelva cuando hay agua y crezca cuando se evapora y vuelta a empezar», señala. La clave, entonces, está en esos «ciclos y ciclos» que aceleran los procesos de ordenación de la dolomita. Leer el articulo completo, clic! enlace: ABC.es / Ciencia |