Desde los cinco continentes es España, completa la red BOOTES, siete observatorios autónomos que buscan fenómenos cósmicos repentinos, como estallidos de rayos Gamma...
Corrían principios de los noventa cuando el malagueño Alberto J. Castro-Tirado se encontraba en Dinamarca estudiando un fenómeno que, por aquel entonces, era todo un interrogante: más o menos, una vez al mes, se registraban unos estallidos de rayos gamma potentísimos de los que no se sabía su origen. Castro-Tirado, por entonces realizando su tesis doctoral en Astrofísica, debía estar constantemente conectado a su ordenador y a su primitivo teléfono móvil para, en el caso de que un satélite avisara de que se estaba produciendo el fenómeno (que en muchos casos apenas duraba unos minutos), dirigir el telescopio hacia ese lugar en el cielo en el menor tiempo posible. El problema es que nunca se sabía cuándo iba a ocurrir, por lo que entre el equipo se turnaban para hacer guardias interminables. Tras noches y noches en vela, a Castro-Tirado se le ocurrió una idea: ¿por qué no automatizar y robotizar las estaciones de observación para que aquella señal (que luego se revelaría como la prueba del nacimiento de un nuevo agujero negro) llegase directamente al telescopio, y que este fuese capaz de buscar la ubicación en cuestión de segundos de forma autónoma? En la era de los coches autónomos y de la inteligencia artificial puede parecer una idea simple. Pero se tardó una década en conseguirlo. Y España, con Castro-Tirado a la cabeza, fue el pionero al inaugurar (con la ayuda de su propio padre) en 1998 la primera estación astronómica robótica gracias a la financiación del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) en El Arenosillo (Mazagón, Huelva) y con el apoyo de la Universidad de Huelva. A esa le siguió le siguió una segunda, ya siendo Castro-Tirado científico del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con un telescopio de mayor tamaño en 2006 en la Estación Experimental de La Mayora (centro mixto del CSIC y de la Universidad de Málaga) en Algarrobo-Costa (Málaga); y su sueño se extendió a los cinco continentes: la llamada red BOOTES (acrónimo en inglés de Observatorio de estallidos y Sistema de exploración de fuentes esporádicas ópticas) se extendió a Nueva Zelanda (2009), China (2012), México (2015), Sudáfrica (mayo de 2022) y, finalmente, Chile (diciembre de 2022), todos clones del telescopio malagueño. Leer el articulo completo, clic! enlace: ABC.es / Ciencia |