Descubren un nuevo y misterioso tipo de ondas magnéticas surgiendo de la Tierra, se trata de una "ola magnética" desconocida hasta ahora que barre el núcleo externo del planeta cada siete años a una velocidad de hasta 1.500 km al año...
Los terremotos y las erupciones volcánicas son un recordatorio permanente de que, bajo nuestros pies, las profundidades de la Tierra son cualquier cosa menos un lugar tranquilo. Pero nadie podía imaginar que, gracias a los datos aportados por los satélites Swarm, de la Agencia Espacial Europea, los científicos iban a ser capaces de descubrir otras formas mucho menos evidentes de interrogar a las entrañas del planeta. En este caso, un tipo completamente nuevo de ondas magnéticas, que barren la capa más externa del núcleo terrestre cada siete años. Un hallazgo fascinante que un equipo de investigadores de Suiza, Francia y Bélgica acaba de publicar en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' y que abre una nueva ventana a un mundo subterráneo al que nunca podremos acceder directamente. El campo magnético terrestre es como una enorme burbuja que nos protege del ataque de la radiación cósmica y las partículas cargadas que nos llegan a caballo de los vientos solares. Sin él, sencillamente, la vida tal como la conocemos no existiría. Por eso, comprender exactamente cómo y dónde se genera nuestro campo magnético, por qué fluctúa constantemente, cómo interactúa con el viento solar y, sobre todo, por qué se está debilitando en la actualidad, no es algo que solo interese a los científicos, sino que tiene la máxima importancia para toda la sociedad. Por ejemplo, las tormentas solares pueden dañar las redes de comunicaciones, los sistemas de navegación y los satélites. Y aunque no podemos hacer nada para evitarlo, comprender esta fuerza invisible resulta necesario para que podamos, por lo menos, prepararnos lo mejor posible. Sabemos, por ejemplo, que la mayor parte del campo magnético de la Tierra se genera gracias a la rotación del inmenso océano de hierro líquido caliente que forma el núcleo exterior del planeta, a 3000 km de profundidad bajo nuestros pies. Como una versión gigante de la dínamo de una bicicleta, esa masa de hierro fundido en movimiento genera poderosas corrientes eléctricas y, con ellas, un campo electromagnético que está en constante cambio. La misión europea Swarm, que consta de tres satélites idénticos, mide estas señales magnéticas procedentes del núcleo, así como otras señales que llegan desde la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera. Desde el mismo momento de su lanzamiento, en 2013, los científicos han estado analizando los datos de esta misión para tratar de saber algo más sobre el funcionamiento del planeta en que vivimos, desde el clima espacial hasta la física y la dinámica del tormentoso corazón de la Tierra. Leer el articulo completo y ver el vídeo, clic! en el enlace: ABC.es / Ciencia |