Las cumbres de las Islas Canarias que alzaron a España hacia el espacio, los científicos narran la evolución desde los viajes en burro, hasta la última tecnología punta instalada actualmente en los telescopios ...
"Gracias a estos observatorios, en el cielo de Canarias, España ha pasado de no tener ni un astrofísico a ser uno de los países de referencia en una sola generación". Quien habla así lo hace desde la perspectiva de quien leyó la primera tesis en este campo en España y quien se convirtió en el primer catedrático de Astrofísica de las universidades españolas, en la de La Laguna. Francisco Sánchez fue un pionero sobre todo porque creyó que las cumbres del archipiélago eran la ventana perfecta hacia el espacio. Estos días, los observatorios astronómicos de Canarias —en Tenerife y La Palma— cumplen tres décadas desde su inauguración oficial, 30 años en los que se han convertido en una de las instalaciones científicas de referencia, con innumerables descubrimientos, a pesar de la falta de apoyo político de primer nivel: en todo ese tiempo nunca ha recibido la visita de un presidente del Gobierno español.
El primero en confiar en la calidad de los cielos canarios fue el astrónomo Real de Escocia Charles Piazzi Smyth, que en 1856 subió al Teide con ayuda de unas borricas para hacer observaciones durante un par de meses con dos telescopios. Un siglo después, en la década de 1960, Sánchez aterrizaba en Tenerife con la idea de poner a prueba esa calidad y consolidar allí un observatorio. Hoy, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) que fundó y dirigió durante décadas coordina los Observatorios del Teide y de El Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma, en los que trabajan más de sesenta instituciones de veinte países de cuatro continentes.
¿Cómo se convierte España en potencia sin contar con la tecnología necesaria? En astronomía el tiempo de observación es una forma de pago y España es un país rico: presta sus cielos y a cambio se reserva un 20% del tiempo de observación de todos los telescopios que funcionan allí. A esto hay que sumar un 5% más de tiempo competitivo internacional, explica Miquel Serra, administrador del Observatorio del Teide. “Nadie más en el mundo ha conseguido esto”, asegura, y resalta que ha permitido “un desarrollo inimaginable para la ciencia española”. Ver el articulo completo en: ELPAÍS.com / Ciencia |