La llegada a finales de año de una gigantesca roca espacial que podrá brillar más que la Luna ha desatado todo tipo de teorías apocalípticas...
No hay año que no pase en el que nos quieran hacer ver que el fin del mundo está llegando. En 2012, nos vendieron que los mayas habían pronosticado el fin de la Tierra, cuando en realidad se referían al fin de un ciclo del calendario más extenso que tenían, para comenzar otro calendario de igual plazo. Ocurre lo mismo con el nuestro: cuando finaliza un año el 31 de diciembre, comienza otro el 1 de enero. Era así de fácil de entender, pero los catastrofistas concibieron un nuevo fin del mundo. ¿Cuántos llevamos ya?
Aún no hemos descansado con el fin del mundo de los mayas, cuando aparece otra teoría conspirativa: el cometa C/2012 S1 ISON. Ya se habla mucho de los daños que este gran cometa producirá a la Tierra en diciembre de este año. La cosa nada más ha hecho empezar para los catastrofistas.
Recordemos que un cometa es una roca rodeada de hielo, de varios metros o km de diámetro, que cuando llega a la órbita de Júpiter o Marte, deja tras de sí colas de gas y polvo que en ocasiones llega a medir millones de km. Esto se produce porque el calor del Sol a esa distancia hace que el hielo de la superficie del cometa se sublime, es decir, pase del estado sólido al gaseoso directamente y ello produce reacciones en el cometa, de modo que el cometa emite toneladas de gases por segundo que parten de la superficie, llevándose consigo pequeños trozos de roca, hielo y el propio gas que escapa al espacio. Las partículas que salen del Sol (viento solar) hacen que la cola vaya en dirección opuesta al Sol, es como si nuestra estrella soplara a los gases que parten del cometa.
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