Unos raros fenómenos luminosos en la atmósfera que apenas duran un parpadeo, el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSI) en España, lidera el primer estudio espectroscópico de este tipo de fenómenos que se producen en la Mesosfera a decenas de kilómetros sobre las nubes...
En 1989, los astrónomos descubrieron unos gigantescos destellos luminosos rojizos que duraban apenas un pestañeo. Los bautizaron como Eventos Luminosos Transitorios (o TLEs, por sus siglas en inglés), aunque coloquialmente se llaman 'duendes' o 'elfos', en honor a la obra de William Shakespeare 'Una noche de verano'. Lo raro de estos fenómenos es que ocurrían en la mesosfera, una región de la atmósfera en la que se creía que no existía actividad eléctrica en la que se pudieran ver estas fulguraciones. Estos TLEs se convirtieron en una de las obsesiones de los astrónomos aficionados, que trataban de inmortalizarlos con sus cámaras. Y, entre imagen e imagen, surgió un nuevo misterio: en la parte superior de los duendes aparecían otros destellos, esta vez verdes, a los que la comunidad científica llamó 'fantasmas' por su brillo especial (y porque coincidía con el acrónimo GHOST, fantasma en inglés, pero que también quería decir GreenisH Optical emission from Sprite Tops, algo así como emisiones ópticas verdosas de la cima de los duendes). Hasta el momento, se ha pensado que este fulgor verdoso, que no es visible a simple vista, estaba relacionado con un mecanismo similar al que ocurre con las auroras boreales, que se producen porque las partículas cargadas del espacio chocan contra nuestra atmósfera. Sin embargo, astrónomos españoles han descubierto que su origen es distinto, y que está relacionado con metales como el hierro y el níquel, que nunca se habían incluido en los modelos ópticos de los destellos mesosféricos. Las conclusiones acaban de publicarse en la revista 'Nature Communications'. Los fantasmas siempre se observan vinculados a los duendes, que son unos fenómenos luminosos que duran apenas centésimas de segundo y que muestran dos zonas: una parte superior más difuminada y una región inferior poblada de tentáculos (que, en realidad, son filamentos de aire ionizado de entre diez y cien metros de grosor). Por su parte, los duendes pueden extenderse desde los cuarenta hasta los casi cien kilómetros sobre el suelo y, en ocasiones, presentan uno de los citados fantasma sobre la parte difusa que perdura cientos de milisegundos tras la desaparición del duende que lo generó. Hasta ahora, la principal hipótesis para explicar este destello verdoso que aparece sobre algunos duendes más intensos apuntaba a la interacción de las partículas cargadas (iones) con el oxígeno atómico presente en la atmósfera, un fenómeno ya identificado en el color verdoso de las auroras. Para corroborarlo, el equipo científico que desarrolló este trabajo inició en junio de 2019 una campaña de observación sistemática para la obtención de espectros de la región superior de los duendes (un espectro permite conocer parámetros como la temperatura o composición de un objeto celeste). Leer el articulo completo, clic! enlace: ABC.es / Ciencia |