Ío, una de las lunas de Júpiter, deslumbra a los astrónomos por sus cambios continuos, sus monstruosas montañas y sus permanentes erupciones volcánicas...
No estamos muy acostumbrados a ver colores más allá de la Tierra, tal vez el amarillo del Sol y el triste gris de la Luna. Todas las estrellas nos parecen blancas, aunque lejos de las grandes urbes se muestran de colores; rojas, azules amarillas y blancas suelen ser los más destacados. Los efímeros y escasos cometas que podemos contemplar a simple vista son blancos con colas muy difusas y grisáceas.
Existe un mundo en el Sistema Solar que sólo lo podemos ver con prismáticos como un punto blanco, muy cerca de Júpiter, pues se trata de uno de sus satélites. Se trata de Ío, algo mayor que nuestra Luna, destacado entre todos los cuerpos importantes del Sistema Solar precisamente porque muestra una coloración inusual. Multitud de colores tachonan su superficie; amarillos, rojos, blancos, naranjas, marrones, verdes, morados, azules…
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