Este viernes 24 de abril se celebra internacionalmente el 25 aniversario del lanzamiento del Telescopio Espacial Hubble, el primer telescopio óptico que la humanidad ha tenido en el espacio, a 550 kilómetros de altitud ...
Galaxia M100 observada antes y después de la instalación de COSTAR. Fuente: NASA/ESA/HST.
Evitando, desde sus 550 km de altitud, las distorsiones atmosféricas y la contaminación lumínica que afectan a los telescopios en la Tierra, el Hubble, ha aportado, durante un cuarto de siglo, las más detalladas imágenes del universo, que han permitido descubrimientos científicos de enorme trascendencia en los campos de la cosmología y de las ciencias planetarias. Para una revisión de todo ello, os recomiendo los fenomenales artículos, gráficos y vídeos que EL MUNDO ha publicado esta semana.
Sin embargo, a pesar de que celebramos ahora su 25 aniversario, en realidad podríamos decir que su verdadero 'nacimiento' se dio en diciembre de 1993, después de recibir la visita del transbordador espacial Endeavour en la misión STS-61. Y es que, como es sabido, cuando el Hubble envió sus primeras imágenes, la decepción fue inevitable: si bien éstas tenían una mayor nitidez que las que se podían conseguir desde la Tierra, su calidad estaba, de hecho, muy por debajo de lo esperado de acuerdo a sus especificaciones de diseño, que establecían una resolución óptica (cuán juntos pueden estar dos puntos luminosos y ser distinguidos como dos puntos distintos) mayor de 10 veces la de los mejores telescopios en la Tierra.
Kathryn Thornton y Tom Akers instalando COSTAR. Fuente: NASA.
El análisis de las imágenes permitió determinar que el origen del problema estaba en que el espejo primario, de 2,4 metros de diámetro y de 828 kg, no tenía la curvatura precisa; era demasiado plano y, por ello, la luz que se reflejaba desde su parte central se enfocaba en un punto diferente en el eje óptico principal del que lo hacía la luz que se reflejaba desde su parte exterior, un fenómeno conocido en óptica como 'aberración esférica'.
El defecto en la curvatura del espejo primario era minúsculo: era demasiado plano solo en una medida de 4 micras, o 4 milésimas de milímetro, (aproximadamente la quincuagésima parte del ancho de una hoja de papel), en un espejo pulido con tal precisión que si se ampliara su tamaño al de la Tierra, el bulto más alto sería de 15 centímetros. Sin embargo, el error de 4 micras era suficiente para que las imágenes fueran un tanto borrosas. Ver el articulo completo en: ELMUNDO.es / Ciencia |