Por primera vez se encuentra un fragmento del impacto de un cometa sobre la Tierra, que fundió la arena del desierto en vidrios empleados como joyas por los antiguos egipcios ...
Cuando en 1922 Howard Carter y Lord Carnavon hallaron la tumba del faraón Tutankhamón en el Valle de los Reyes, la noticia dio la vuelta al mundo, en una época en la que semejante difusión no era algo fácil de conseguir. Entre las maravillas encontradas por los arqueólogos en aquel mausoleo, la imagen de la máscara funeraria de oro ha sido siempre la más popular. Y sin embargo, hay otra pieza que no levantó tanta admiración en su día, pero cuya imagen está dando la vuelta al mundo hoy, 91 años después del hallazgo.
Se trata de un pectoral, un colgante con un gran escarabajo de vidrio de sílice en su centro. La gema, pulida por los artesanos, era uno de los llamados vidrios del desierto de Libia, piedras de color amarillo que se encuentran dispersas en un área de 6.000 kilómetros cuadrados del Sáhara, que tienen unos 28 millones de años de antigüedad y que son conocidas desde el Pleistoceno. No así su origen: para que la arena cristalice de este modo se requiere una temperatura extremadamente alta, lo que sugería la explosión de un meteorito. Ahora, un equipo multidisciplinar de científicos surafricanos ha desentrañado por fin el secreto de estos vidrios y, con ello, ha mostrado la primera prueba jamás conocida del impacto de un cometa sobre la Tierra. Los resultados se publican en la revista Earth and Planetary Science Letters y se presentan este jueves en una conferencia en la Universidad surafricana de Witwatersrand. Ver el articulo completo por José Manuel Nieves en: ABC.es / Ciencia