Los científicos estudian el modo en que las partículas se aceleran con el objetivo, entre otras cosas, de mantener seguras las misiones espaciales, previstas para un futuro muy próximo ...
Hace unos días se conmemoraba el centenario de la verificación de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, las ideas que son la base de cómo entendemos el mundo a día de hoy. Un eclipse probaba cómo la luz se curva por acción de la gravedad, dando la razón al genial físico y quitándosela al mismísimo Isaac Newton. Pero los postulados de Einstein iban más allá: ya en su teoría de la relatividad especial -a la que nadie hizo demasiado caso- afirmaba que la luz era mucho más y que sus partículas viajaban a través de un vacío a un ritmo constante de 299.792.458 metros por segundo (1.080.000.000 kilómetros por hora), una velocidad que es inmensamente difícil de alcanzar e imposible de superar en ese entorno. Una idea revolucionaria que aún hoy brinda orientación para que comprendamos, entre otras cosas, la mecánica del espacio, y mantener a las naves espaciales y los astronautas a salvo de la radiación. En todo el universo, desde los agujeros negros a nuestro entorno cercano a la Tierra, las partículas, de hecho, se aceleran a velocidades increíbles, incluso alcanzando el 99,9% de la velocidad de la luz. Uno de los trabajos de las agencias espaciales es comprender mejor cómo se aceleran estas partículas. El estudio de estas partículas súper rápidas, llamadas también relativistas, puede ayudar a proteger futuras misiones a la Luna, a Marte, para conocer más en profundidad nuestro vecindario cósmico o, quien sabe si, como algunos apuntan, crear nuevos sistemas de propulsión de nuestras naves. Pero, ¿cómo se consiguen estas aceleraciones casi de ciencia ficción? Los científicos apuntan hacia tres formas concretas, tal y como recoge el portal especializado Phys.org. Leer el articulo completo, clic! en el enlace: ABC.es / Ciencia |