Salto estratosférico en caída libre
La locura planetaria del hombre supersónico
La inolvidable, dramática imagen de Felix Baumgartner, asomado al abismo estratosférico desde el que se lanzó para convertirse en el primer hombre supersónico, literalmente dio ayer la vuelta al mundo. Hacía mucho tiempo, quizás desde los tiempos gloriosos del programa Apolo, que una hazaña aeronáutica no generaba tanta expectación planetaria.
Mientras la NASA tras la jubilación de los transbordadores, y cuando a muy poca gente le interesan ya las rutinarias subidas y bajadas de la Soyuz a la Estación Espacial, ha tenido que ser un piloto austriaco patrocinado por una marca de bebidas el que ha logrado convertirse en el primer gran 'trending tropic' aeroespacial de la era Twitter.
Por una curiosa casualidad, debido al aplazamiento del salto estratosférico previsto inicialmente para el pasado martes, la hazaña de Baumgartner coincidió ayer con el 65º aniversario del mítico vuelo de Chuck Yeager, el primer hombre que logró superar la barrera del sonido a bordo de un avión X-1 en 1947. Y no cabe duda de que la espectacularidad y la atención global despertada por Baumgartner recuerda a los grandes héroes de otros tiempos, como Yeager yLindbergh, o Gagarin, Glenn y el propio Neil Armstrong.
Lo que está claro es que el sueño de volar, llegar más lejos que nadie y superar viejas fronteras sigue muy vivo en el siglo XXI. De hecho, el mito de Ícaro refleja una aspiración que parece estar profundamente enraizada en el ADN del 'Homo sapiens' y es algo que nos diferencia como especie. Somos excéntricas, insólitas criaturas capaces de arriesgarlo todo para culminar el sueño temerario de lanzarnos al vacío desde la estratosfera, aunque nos juguemos la vida para lograrlo.
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