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miércoles, 6 de marzo de 2024

LA LUNA / ¿PUDO EL ACCIDENTE DE UNA NAVE ISRAELI?

¿Haber llevado vida a la Luna? La sonda 'Beresheet' se estrelló en nuestro satélite natural en 2019, repleta de 'Tardígrados', unas criaturas con una extraordinaria capacidad para sobrevivir en las condiciones más extremas...



Hace poco más de cinco años, el 22 de febrero de 2019, la sonda espacial [Beresheet, construida por SpaceIL e Israel Aerospace Industries] entró en la órbita de la Luna. 
Beresheet iba a ser la primera nave espacial privada en realizar un aterrizaje suave sobre la superficie lunar. Entre la carga útil de la sonda había miles de tardígrados, animales diminutos conocidos por su extraordinaria capacidad para sobrevivir en las condiciones más extremas.

La misión tuvo problemas desde el principio: fallaron las cámaras de seguimiento, que permitían determinar la orientación de la nave y controlar sus motores. Las limitaciones presupuestarias impusieron un diseño reducido y, aunque el centro de mando pudo solucionar algunos problemas, las cosas se complicaron aún más el 11 de abril, día del alunizaje.

De camino a la Luna, la nave había viajado a gran velocidad y era necesario frenarla para que el aterrizaje fuera suave. Desgraciadamente, durante la maniobra de frenado falló un giroscopio, bloqueando el motor primario. A 150 m de altura, Beresheet seguía moviéndose a 500 km/h, demasiado deprisa para detenerse a tiempo.

El impacto fue violento: la sonda se hizo añicos y sus restos quedaron esparcidos a unos cien metros de distancia. Lo sabemos porque el satélite LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) de la NASA fotografió el lugar del impacto poco después del accidente, el 22 de abril.

¿Qué ocurrió con los tardígrados que viajaban en la sonda?

Dada su extraordinaria capacidad para sobrevivir a situaciones que matarían a casi cualquier otro animal, ¿podrían haber contaminado la Luna? Peor aún, ¿podrían reproducirse y colonizarla?

Los tardígrados son animales microscópicos que miden menos de un milímetro de longitud. Todos tienen neuronas, una boca abierta en el extremo de una probóscide retráctil, un intestino que contiene una microbiota y cuatro pares de patas no articuladas terminadas en garras, y la mayoría tiene dos ojos. Por pequeños que sean, comparten un antepasado común con artrópodos como insectos y arácnidos.

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