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jueves, 19 de septiembre de 2024

DESCUBRIMIENTO / DE 23 MILLONES DE AÑOS LUZ DE TAMAÑO

Descubren 'Porfirión', el chorro de agujero negro más grande jamás detectado, el hallazgo demuestra que, en contra de lo que se pensaba, estos 'jets' tan enormes podrían ser comunes en el Universo joven e impulsar la formación de galaxias...



23 millones de años luz
. O lo que es lo mismo, una hilera formada por 140 galaxias como la nuestra. Eso es lo que miden los dos chorros de materia de un 
agujero negro recién descubiertos por científicos del Caltech, los mayores observados hasta ahora en toda la historia de la Astronomía.

«Estos 'jets' -afirma Martijn Oei, investigador del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y autor principal de un estudio recién publicado en 'Nature'- no son sólo del tamaño de un sistema solar o de una Vía Láctea; estamos hablando de 140 diámetros de la Vía Láctea en total. Nuestra galaxia sólo sería un pequeño punto en medio de esas dos erupciones gigantes«.

La inmensa estructura, llamada Porfirión en honor a un gigante de la mitología griega, data de una época en la que el Universo tenía 6.300 millones de años, es decir, menos de la mitad de su edad actual de 13.760 millones de años. Los dos inmensos flujos de salida, con una producción total de energía equivalente a la de billones de soles, salen disparados hacia arriba y hacia abajo desde lo que podríamos llamar los 'polos' de un agujero negro supermasivo en el corazón de una galaxia remota.

Antes de Porfirión, el sistema de chorros más grande conocido era Alcioneo (otro gigante de la mitología griega) que también fue descubierto por el mismo equipo de científicos en 2022 y que se extendía a lo largo de 100 Vías Lácteas. Para hacerse una idea, baste decir que el sistema de chorros más cercano a la Tierra, Centaurus A, 'sólo' mide el equivalente a diez galaxias como la nuestra.

El espectacular hallazgo sugiere que estas gigantescas estructuras pueden haber tenido una influencia mayor de lo que se creía en la formación de galaxias en el Universo joven. Porfirión, de hecho, existió durante una época bastante temprana, cuando el entramado de tenues filamentos que conectan y alimentan a las galaxias, la red cósmica, era mucho más compacto de lo que es ahora. Lo cual significa que jets del tamaño de Porfirión atravesaron, en aquel pasado distante, una mayor porción de la red cósmica de la que atraviesan los chorros del Universo actual.

«Los astrónomos -dice George Djorgovski, también del Caltech y coautor del estudio- creen que las galaxias y sus agujeros negros centrales coevolucionan, y un aspecto clave de este proceso es que los chorros pueden esparcir enormes cantidades de energía que afectan al crecimiento de sus galaxias anfitrionas y otras galaxias cercanas. Este descubrimiento demuestra que sus efectos pueden extenderse mucho más allá de lo que pensábamos».

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