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martes, 5 de diciembre de 2017

TIERRA / IMPACTO CONTRA EL JOVEN PLANETA

La Tierra, hecha a golpes tras la formación de la Luna ...
Cuerpos planetesimales del tamaño de nuestro satélite natural entregaron más masa al joven planeta de lo que previamente se pensaba, con importantes consecuencias para la evolución ...
Los científicos creen que la Luna se formó hace unos 4.500 millones de años, cuando un cuerpo del tamaño de Marte, bautizado como Theiachocó contra la entonces joven Tierra. La brutal colisión provocó que una inmensa cantidad de escombros salieran disparados, formando una densa nube de material alrededor de nuestro mundo. Con el tiempo, se unieron por las leyes de la gravedad hasta dar forma a nuestro satélite natural, el mismo que hace tan solo unas horas lucía en el firmamento como una superluna.

Pero el vapuleo terrestre no acabó ahí. A la formación de la Luna siguió lo que puede llamarse un prolongado período de
 bombardeo. Durante cientos de millones de años, cuerpos planetesimales (agregados de materia de los que surgen los planetas) del tamaño de la Luna golpearon de nuevo nuestro mundo. Gracias a una simulación, científicos del Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI) han llegado a la conclusión de que esa «paliza» de rocas entregó más masa a la Tierra de lo que se pensaba anteriormente.


«Modelamos las colisiones masivas y cómo los metales y silicatos se integraron en la Tierra durante esta 'etapa de acreción tardía'», explica 
Simone Marchi, autor principal del trabajo, que aparece publicado en la revista Nature Geoscience. «Según nuestras simulaciones, la masa de acreción tardía entregada a la Tierra puede ser significativamente mayor de lo que se pensaba, con importantes consecuencias para la evolución temprana de nuestro planeta».


Anteriormente, los científicos calcularon que los materiales de planetesimales integrados durante la etapa final de la formación de los planetas terrestres constituían aproximadamente el 50% de la masa actual de la Tierra. Esto se basa en la concentración de elementos altamente «siderófilos» (metales como el oro, el platino y el iridio, que tienen afinidad por el hierro) en el manto de la Tierra. La abundancia relativa de estos elementos apunta a una acreción tardía, después de que se formara el núcleo de nuestro planeta. Pero la estimación supone que todos los elementos altamente siderófilos entregados por los impactos posteriores fueron retenidos en el manto.

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