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lunes, 24 de abril de 2017

TIERRA / 750.000 OBJETOS ENTRE 1 Y 10 CENTÍMETROS

Dentro de cien años no podremos viajar al espacio ...
En Darmstadt (Alemania) se reunieron la semana pasada 400 expertos invitados por la Agencia Espacial Europea (ESA) para abordar el problema de la basura espacial en órbita al planeta ...
Corría el año 1978, en plena resaca de la carrera espacial, cuando un empleado de la NASA se percató por primera vez del problema. El astrofísico Donald Kessler había estado observando desde el Johnson Space Center de Houston los restos de satélites en órbita, a la deriva, y los choques que se producían entre ellos. Advirtió sobre el proceso, «una reacción en cadena al modo de una bola de nieve», por el que los restos se iban multiplicando. Predijo el peligro, pero nadie escuchó entonces sus advertencias. Invitado a la conferencia espacial que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha celebrado esta semana en Darmstadt y a la que han acudido 400 expertos de todo el mundo, nadie duda ya de la necesidad de hacer frente, lo antes posible, al «efecto Kessler».
No son solo satélites en desuso, que se utilizaron para predecir el tiempo, establecer comunicaciones o para espiar, sino también partes de cohetes e incluso herramientas que perdieron los astronautas, gotas de combustible que se han congelado, pintura que se descascarilla de las sondas… incluso un guante que se le escapó al astronauta Edward White en 1965. «Si llegara a impactar contra el traje de uno de los tripulantes de la ISS lo haría literalmente polvo», bromea Kessler. Pero sobre todo son partes de satélites que han chocado unos con otros y han resultado destruidos generando a su vez más basura, como los más de 2000 fragmentos nuevos que se generaron en febrero de 2009 cuando un satélite militar ruso colisionó con uno americano sobre Siberia.
Todos estos restos orbitan la Tierra de forma descontrolada y suman unos 166.000 millones de deshechos de diámetro superior a un milímetro y menor de un centímetro. Unos 750.000 tienen entre uno y 10 centímetros de diámetro. Otros 21.000 son mucho más grandes, entre una pelota de tenis y una de baloncesto. Aunque la mayoría son apenas del tamaño de un grano de arroz, no hay que subestimarlos, porque el problema no es cuán grande sean sino la velocidad a la que se desplazan, que hace que un objeto como una simple tuerca de un centímetro sea capaz, al chocar contra una nave a 40.000 kilómetros por hora, de liberar una fuerza equivalente a la explosión de una granada de mano.

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