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martes, 4 de noviembre de 2014

ASTRONOMÍA / 14 HORAS DIARIAS PARA VER EL CIELO

El pronostico del cielo ...
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El nombre del penúltimo mes del año deriva de Novem, nueve en latín, por haber sido el noveno mes del año en el calendario romano antiguo. Sin embargo, al intercalarse dos meses más tarde en el calendario, este mes noveno ha acabado siendo el undécimo de nuestro calendario gregoriano. En noviembre los días tienen unas 10 horas de luz en nuestras latitudes, por lo que disponemos de unas 14 horas diarias para observar el cielo nocturno. Pero desgraciadamente, al encontrarnos en pleno otoño, la meteorología a menudo no es favorable para las observaciones astronómicas.
La Luna llena de noviembre tendrá lugar el jueves 6, mientras que la luna nueva será el sábado 22. En algunas culturas, la luna llena de noviembre se llama Luna del Castor, por acaecer en un momento que es favorable para la caza de estos roedores; en otros lugares recibe el nombre de Luna Escarchada. Nuestro satélite alcanzará su punto máximo de separación de la Tierra (apogeo) el día 15 y pasará por el más cercano (perigeo) los días 3 y 27.
En noviembre Venus y Saturno están demasiado cerca de la visual al Sol, pero podemos aprovechar para observar Marte tras el anochecer, y Júpiter (e incluso Mercurio) antes del amanecer. Marte, en Sagitario, será visible durante un par de horas después del anochecer; el día 26, a eso de las 20h, hacia el Suroeste estará muy cerca de la luna creciente. Júpiter se levantará a eso de la 1 de la madrugada y permanecerá visible el resto de la noche entre Cáncer y Leo. Hacia el Sureste antes de que despunte el día podremos observar al gigante gaseoso muy alto sobre el horizonte.
Precisamente justo antes del amanecer del día 14, mirando hacia el Sur, Júpiter formará una bonita estampa con la brillante estrella Régulo y la Luna menguante. La observación del pequeño Mercurio resulta siempre difícil, pero los amaneceres de principios de mes serán momentos favorables pues Mercurio alcanza su máxima elongación el día 1. En esta posición Mercurio se sitúa a la máxima separación angular del Sol, visto desde la Tierra, lo que permite una observación del planeta con la mínima interferencia posible de la luz solar.  
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